segunda-feira, 9 de agosto de 2010

Oración y Misión

“Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio. Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos. Hermanos míos, si alguno de vosotros se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a ella, recordad que quien hace volver a un pecador de su extravío, le salvará de la muerte y cubrirá muchísimos pecados” – St 5.17-20
En los versos anteriores (5.13-16), como hemos visto, Santiago nos presenta la necesidad de una comunión comprometida y fraterna entre todos los hermanos, fundamentada en una solida espiritualidad. Termina el verso 13 afirmando que “la oración del justo es poderosa y eficaz”. Ahora, como conclusión de su carta, Santiago sigue con el tema de la oración y lo lleva de vuelta al compromiso mutuo entre los hermanos, tema este con el que empezó el verso 13.
Ya no hay mucho que explicar sobre la oración, lo ha dejado muy claro en los versos 13-16. Lo que sí es importante ahora es darnos un ejemplo de una vida de oración: el ejemplo del profeta Elías (su historia la tenemos en 1 Rs 17-19 y el pasaje mencionado por Santiago está en 1 Rs 17.1 y 18.1). Lo más importante sobre Elías no era tanto el poder de su oración, sino que “era un hombre con debilidades como las nuestras”. De hecho tuvo miedo y huyó asustado cuando la reina le amenaza con quitarle la vida tras todos los milagros y victorias que había recibido y se siente deprimido (1 Rs 19.1-10). Pero sus debilidades no lo impidieron de orar con fervor y de servir al Señor con todo su corazón.
Como Elías somos personas que tenemos nuestras debilidades y flaquezas, él no era mejor o más especial que ninguno de nosotros. Debemos mantener firme nuestro compromiso de oración e intercesión unos por otros: se trata de un importante ministerio cristiano que todos hemos recibido de Cristo. Por eso, podemos seguir adelante junto a Dios en comunión comprometida con los demás hermanos (13-16) y en servicio a su causa (19-20).
El servicio a la causa de Dios se relaciona, en gran medida, también con la comunión comprometida. La oración nos compromete con los demás en el sentido de ayudarles a comprender el significado del evangelio redentor de Jesucristo y superar sus pecados entregando sus vidas a Dios. La oración es un ministerio muy importante en la iglesia puesto que nos acerca a las personas. Por tanto, la oración hecha por creyentes conscientes de sus debilidades y pequeñez viene acompañada por la misión y por la evangelización.
¡Sigamos firmes nuestro camino cristiano!

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