quarta-feira, 20 de maio de 2009

El Testimonio Acerca de Jesús

“Éste es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no sólo mediante agua, sino mediante agua y sangre. El Espíritu es quien da testimonio de esto, porque el Espíritu es la verdad. Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre”

1 Jn 5.6-8

Parecen palabras enigmáticas, pero la verdad es que su sentido está muy claro y en total afinidad con el contexto de la carta: Juan nos presentó a Jesús como el Hijo de Dios y que el que vence al mundo es el que cree en esa verdad sobre la persona de Cristo (5.5) y ahora nos enseña el testimonio que confirma lo que nos acaba de decir (5.6-8).

El testimonio que confirma que Jesús es el Hijo de Dios y que nosotros vencemos al mundo al creer en él nos llega mediante el agua, la sangre y el Espíritu Santo. ¿Eso que quiere decir? Significa que mediante su nacimiento-encarnación (agua), su muerte en la cruz (sangre) y la obra del Espíritu Santo recibimos un testimonio eficaz de nuestra constante victoria sobre el mundo por la fe en la persona y obra de Jesucristo.

Su propia vida y muerte es la concretización de los planes salvadores y eternos de Dios en nuestro favor. La vida de Cristo, por tanto, ha sido ella misma testimonio y señal de la redención. Por eso de la importancia de leer y meditar constantemente en las Escrituras, puesto que cuando buscamos conocer a Cristo por las páginas de la Biblia recibimos la iluminación del Espíritu para que lo podamos conocer de manera adecuada y transformadora.

Toda la vida de Cristo (encarnación, muerte y resurrección) ha sido el testimonio vivo del reino y de la salvación de Dios y el Espíritu Santo se encarga día a día de aplicar en nuestras vidas las bendiciones derivadas de la obra de Cristo de manera eficaz y permanente. Eso significa que el Espíritu nos santifica cada día.

Nos cabe a nosotros buscar la renovación constante de este testimonio divino en nuestras vidas y para tanto la lectura y la meditación en la Biblia, junto con una vida de oración y consagración bajo el poder del Espíritu es muy importante. ¡Que Dios nos bendiga a cada momento!

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