segunda-feira, 14 de julho de 2008

La Justicia de Dios en la Vida Cristiana

“Queridos hijos, que nadie os engañe. El que practica la justicia es justo, así como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio.”

1 Jn 3.7-8a

El tema de practicar o no practicar el pecado (3.6) sigue en abierto y ahora lo veremos de forma un poco más amplia hasta el verso 10. Para el apóstol se trata de un tema muy importante visto que se dedica a escribir para que “nadie nos engañe” cuanto a eso. Para él no practicar y no vivir bajo el pecado debe ocupar nuestro interés y nuestra espiritualidad cristiana.

Al ampliar el tema, el apóstol cambia un poco la terminología: los que practican el pecado y viven alejados por completo de la gracia de Cristo pertenecen al diablo y permanecen en él, puesto que el diablo se caracteriza por vivir en pecado desde siempre.

Los que no practican el pecado (lo que no significa que no sean pecadores sino que han sido alcanzados por el perdón y la gracia de Dios) practican la justicia, puesto que Cristo es justo. No practicar el pecado vincula a los cristianos a la práctica de la justicia. Comprender eso es muy importante, porque la justicia de Dios es el centro de su obra redentora. Aún que como pecadores no seamos justos en nuestra propia naturaleza, Él nos considera plenamente justificado de nuestros pecados y de sus consecuencias eternas visto que ha muerto y resucitado en nuestro lugar y para nuestra salvación.

Siendo así, comprendemos que la justicia es parte importante de la vida cristiana y debe influenciar en nuestras decisiones, comportamientos y relaciones. De esa manera, toda nuestra vida se va conformando positivamente a los principios de la justicia de Dios y, así, anunciamos por nuestra propia vida el evangelio de Cristo y los beneficios de su gracia. ¡Que Dios nos ayude a seguir paso a paso en su justicia!

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