sexta-feira, 28 de dezembro de 2007

Teología Para la Vida: la Confesión de Pecados

“Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros” – 1 Jn 1.10

Aquí encontramos la última implicación para la vida cristiana del principio teológico establecido por el apóstol Juan de que Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad: afirmar que no pecamos es considerar Dios mentiroso y que su palabra no tiene ningún significado para nuestras vidas. Así siendo, no es posible vivir la espiritualidad cristiana creyendo, a la vez, que las cosas que pensamos, decimos y hacemos están libres de todo pecado. Eso es, además de negar el efecto de la palabra de Dios en nuestras vidas, llamar a Dios de mentiroso.

Creemos y partimos del hecho de que Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Ante eso, debemos reconocer cada día nuestros pecados y confesarlos a Dios. Reconocer ante Dios que somos pecadores y cometemos errores es reconocer que Jesucristo es el único capaz de intervenir en nuestra vida puesto que ha muerto y resucitado por nosotros. En esto está el fundamento para la confesión de nuestros pecados y para disfrutar al diario del perdón y de la gracia de Dios.

Así que debemos revisar nuestras vidas, lo que deseamos, lo que hacemos, lo que decimos, lo que planeamos y confesarnos a Dios para que su palabra ejerza un poderoso efecto transformador, día a día, en todos nosotros.

¡Que Dios nos bendiga!

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